Nuestro grupo se llamó el tejo viejo por el árbol que se encuentra en el Calar del Mundo, en el término de Riópar, encima de las Quebradas y junto a la Fuente del Buitre. Nos pusimos ese nombre porque fue nuestra primera excursión. La primera ascensión que hicimos al Calar.
Se trata de de un árbol milenario, maravilloso. Pero no es el único en este Calar. Hoy teníamos como reto encontrar otro de estos tejos milerarios increibles que todavía guarda este espacio natural.
Mañana semidespejada y con nieve que se echaba de menos ya.
Por cierto, esta vez las fotos son de Gonzalo. Bienvenido al grupo.
Subida por el Arroyo de Tus.






Por el Calar.













Tejo encontrado y disfrutado.







Viendo estos ejemplares no es de extrañar que culturas como la celta veneraran a estos árboles y lo vieran como símbolo de vida eterna, de muerte y renacimiento. Su longevidad, su crecimiento lento, el que aparezca aislado, su forma única de crecimiento... todo ello le hace un árbol muy especial.
Las ramas del tejo descienden hacia el suelo, toman raíz y forma nuevos brotes que crecen alrededor del tronco central. Son troncos separados, pero conectados que con el tiempo no se pueden distinguir del árbol original.
El tejo es venenoso y carece de resina; su madera es dura y de color cobrizo; es dioico, es decir, macho o hembra; tiene bayas rojas comestibles, pero no la semilla que es venenosa para caballos, asnos o vacas, no así para corzos, jabalíes o aves.