jueves, 26 de septiembre de 2013

MOLEJÓN DE RALA (otra vez)

Después de un verano de lo más perro, nos hemos desentumecido haciendo una pequeña excursión al Molejón de Rala que dejamos a medio de hacer.

El Molejón de Rala es una microrreserva flanqueada por el río Tus y el arroyo de Boche a derecha e izquierda y que nos lleva hasta el pantano de la Fuensanta.


En esta ocasión nos acompañó una nueva tejera. ¡Bienvenida al grupo! Para ser su primera excursión la tía se portó estupendamente.






Iniciamos la partida desde Boche, exactamente desde uno de los tres hornos comunitarios que hay en esta aldea. En otras ocasiones si que nos hemos encontrado con estos hornos humeando y oliendo a pan cociéndose. Pero esta vez no hubo esa suerte.


La mañana empezó con una niebla potente que nos acompañó casi toda la jornada y que la hizo más cómoda.
A la salida le echamos el ojo a unas moras deliciosas y dulces que estaban esperando a que nos las comiéramos. A la salida comimos unas pocas para coger fuerzas para la ruta, y a la vuelta el resto, que no era cuestión de que se perdieran.
También  encontramos azafrán silvestre, que no se come pero que es bonito de ver.



 Y ahí está la nueva tejera que lo cogió con ganas y decidió ponerse en cabeza abriendo paso.

Y ahí, al lado del camino encontramos la calera que ya vimos la primera vez que hicimos la ruta.












Conserva parte de las paredes y la base de la boca. Suficiente como para explicar a los críos cómo se cocía la cal antiguamente.
















Como siempre una parte fundamental e importante de todas nuestras rutas es la hora del almuerzo. Esta vez fue un poco descafeinado porque no lo hicimos admirando unas maravillosas vistas, como solemos hacer, sino que escogimos el primer sitio que pillamos, porque no era cuestión de estar esperando a encontrar un sitio con vistas con la niebla que había.
Aún así un buen almuerzo siempre es un buen almuerzo y los chicos estaban con ganas de bromas y de no desperdiciar un día de marcha.









 Tampoco es que fuera fácil encontrar un sitio, porque el camino estaba flanqueado de un "enjambre" de pequeños pinos que no permitían despistarse mucho del camino y buscar las vistas hermosas de las que siempre disfrutamos y buscamos en cada jornada de ruta.












Y al final, como siempre, nos encontramos con el camino cortado y metiéndonos por donde pudimos. Aunque no conseguimos llegar muy lejos y decidimos volver por donde habíamos venido. Más fácil, más cómodo y más mejor, en definitiva.

















Más azafrán. Que estaba muy rebonico.




Cuando por fin salió el sol pudimos disfrutar de las vistas de la Sierra del Cujón y el Calar del Mundo, con las aldeas de Las Quebradas y de Los Campos, e incluso la Finca de La torre.





Además del Calar de la Sima, allí, a lo lejos.
Todavía quedan recuerdos del incendio del 94 que arrasó Yeste, como estos pinos "testigos".


 Y con el sol, llegaron también las ganas de beber.

 Y también encontramos setas. Y como en otra recordada excursión de nuevo colmenas demasiado cerca del camino.

 Y aquí estamos, acabando con las moras que dejamos cuando iniciamos la marcha y de las que damos fe que estaban dulces, dulces.



También encontramos los restos del panizo "desfarfollao" a un lado del camino...

 Y manzanas buenísimas....







Y restos de arquitectura tradicional de los que ya quedan pocos. 


























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