Queríamos una ruta sencilla, cómoda, fácil, pensando en los críos y en el semi-fracaso de la última excursión y salimos sin saber muy bien hacia donde ir. La decisión de ir a Moropeche fue casual, así que al llegar a Catarroya decidimos girar hacia la aldea. Al final recorrimos unos 12 km y subimos un desnivel de unos 600 m.
Nada más dejar los coches nos encontramos con que nos daban las primeras recomendaciones sobre cómo hacer la subida. Y aunque intentamos alquilarle la yegua para subir, no hubo trato. Después a lo largo de la ruta nos fuimos acordando de la yegua.

Iniciamos la ruta y todo indicaba que íbamos bien, lo cual es un alivio cuando no sabes bien ni por dónde, ni hacia dónde vas



Y curioseando y curioseando también nos encontramos alguna calera. También el pijo del lobo, bueno para las diarreas y el dolor de barriga.
Y mientras nosotras curioseábamos el resto nos tuvo que esperar en el camino.
Por el camino nos encontramos al frente el Calar de la Sima, con la Palomera y el Mentiras del que tanto nos acordamos, y ¿a la izquierda qué es lo que hay? (que es lo que está señalando Begoña)
Pues el castillico, una formación rocosa en forma de castillo como bien indica su nombre propiamente dicho (es que estaba muy lejos, por eso no se ve muy bien, y la cámara tampoco es para tirar cohetes).Y como indica el mojón o hito o como quieras llamarlo, estábamos en la ruta de las atalayas. Ruta Moropeche-Tus.
Y entonces nos paramos a almorzar. Que no pudimos hacerlo hasta encontrar unas hermosas sombras, porque la primera parte de la ruta fue bajo un calor de mil demonios.
" ¿Para mi un bocadillo tan chico? Pues vaya" Eso es lo que parece que dice ¿verdad?.
"¿Y para mi qué?"
Podríamos haber ido por aquí, que parece un camino en condiciones, y hasta parece que lleva a algún sitio (en concreto a Tus, a la aldea de Los Ruscas), pero por qué íbamos los tejeros a hacer algo fácil. ¡No! nosotros tiramos monte a través.
¿Qué es lo que viene por ahí? Porque llevábamos un buen rato oyendo cencerros. Aunque no se vea bien, por el "caminito alante" llegaba un rebaño.Y luego volvimos a encontrar camino, pero tampoco íbamos a continuarlo pudiendo ir campo a través. Y así llegaron las chicas: "agotadas".


Y llegamos al pozo.

Y ahí están los curiosones.

Y sí, había agua, poca porque la sequía ha sido terrible, pero alguna había.
Curioseando encontramos estos lapiaces tan bonitos, esos abrigos para pastores y para las personas que subían a plantar y segar centeno. Porque una de las peculiaridades de este calar es lo parcelado que está. Por todos lados hay mojones coloreados, hormas de piedras separando parcelas...


Y hasta una sima bien profunda.
Y a partir de aquí ya todo fue ir de acá para allá. Lo que hizo que fuéramos bordeando el calar por su parte derecha, recorriendo desde la zona de la Parrilla hasta encontrar un sitio por donde bajar hacia Moropeche. Y aunque andamos más de lo que pretendíamos mereció la pena. Esos cortados tan bonitos y esas vistas tan maravillosas.....
Es evidente que no está preñao, es que no sabía donde guardar el polar que se trajo.
Debajo del puntal de la Cruz o Puntal de Moropeche (que lo tuvimos que dejar para otra ocasión porque se nos estaba haciendo muy tarde) como le llaman otros encontramos otros abrigos. Curioso como aprovechan cualquier recodo para cercarlo y utilizarlo como corral para el ganado.
¡ Y qué me decís de esas piedras que parecen puestas a propósito para sentarse y admirar el paisaje!.
Aquí la cosa se les fue de las manos a las dos. Según ellas estaban en un jacuzzi. ¡Lo que hace andar sin rumbo!
Y por fin encontramos el sitio para bajar.
Así que nos preparamos
Nos concienciamos
y bajamos por un pedregal de cuidado.
Y luego las vistas. Y otra bajada de vértigo
Con cosas tan curiosas como estas. Sin comentarios.
Si cuando digo que la bajada fue dura...
Sí, por ahí bajamos, fijando talón quién podía. Otros el culete y los bastones. Las rodillas pal arrastre.
Bajamos en estas condiciones:
Y cuando bajamos esto nos dio la bienvenida.
Una ruta estupenda. Pese a lanzarnos a la aventura sin saber a dónde íbamos y con lo que nos íbamos a encontrar.
Allí arribones fuimos. ¡Qué pasada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario