Dicho esto, recuerdos a Begoña y Fernando, de los que nos acordamos y mucho, y ánimos a Vicente.
Por fin Juan pudo estrenar sus botas nuevas, que dieron el resultado esperado. También sus "pinchos" nuevos. Mereció la pena comprarlos.
Fuimos un grupo variopintamente equipados. Entre las zapatillas de verano de Esther, esos calcetines de Manuel, el paraguas de lunares, .... ¡Menuda pinta llevábamos! Esas polainas improvisadas de Esther, cutres a más no poder....
Estas son las polainas improvisadas.
Como siempre este antiguo camino de herradura entre Yeste y Siles merece la pena de pasearlo. Y aunque la niebla no siempre permitía disfrutar de los desfiladeros del Estrecho del Infierno, la salida mereció la pena.
Lo que podía haber sido un recorrido de unas dos horas y media (ida y vuelta) se prolongó un poco más, por el mal tiempo que nos obligó a refugiarnos en un par de ocasiones.
Arrancamos desde la Lastra subiendo por el camino a Siles pasando por Collado Blanco, junto a la piedra que llaman la Polla. Seguimos por la "verea volá" que va bajo el puntal de la Escaleruela, con unas vistas impresionantes al desfiladero del Tus y al Calar de la Sima que encontramos nevado.
Llegamos a la piedra de La Polla y echamos el primer vistazo al desfiladero del Tus.
De nuevo la visita de los buitres dándonos la bienvenida.

Subimos por la "Verea Volá", en fila india, donde quedan los restos de los muros de piedra que sostenían el camino.

La encina fue el primer abrigo al que nos acogimos cuando arreció la nieve.



Ya arriba llegamos a La Nava en el Calar del Mundo, donde nos encontramos con los restos de las hormas donde cultivaban el centeno y restos de tinadas. ¿Quién dice que no se puede ser chic en el Calar? Ese paraguas es inigualable.
Dirección a Pozo Romero, las manos las llevábamos arreguillás, por lo que era imposible sacarlas para hacer ni una mísera foto.
De vuelta nos encontramos a Enrique de los Barrancos en su yegua a los que no parecía molestarles tanto el tiempo como a nosotros. Iba a buscar unas "ovejas que tenía localizás, pero no vistas" que estaban para parir. Y ahí iba él, en su yegua subido "calaos" los dos hasta las trancas.
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